Saga de Bjørnland

Mucho hemos viajado… Mucho hemos combatido… A los dioses honramos…

Tú, que escuchas ahí sentado… ¿Conoces la historia de nuestro pueblo?

altarTres generaciones atrás, procedentes de las tierras de los Dane, los restos del ejército del conde Gunderedo construyeron un campamento en este lugar. Su avidez los había llevado a saquear las riquezas de la tumba del apóstol Santiago, pero sufrieron una derrota y fueron desbaratados. Algunos regresaron a su hogar…

Otros decidieron establecerse aquí. Lucharon como mercenarios contra los sarracenos del Sur, y también construyeron Vestborg, el fuerte pagano más occidental de Europa, próximo a los confines del mundo, donde cada día el Sol viene a morir.

Debido a la gran abundancia de osos en las montañas, bautizaron a estas tierras como Bjørnland. Y tal es el nombre bajo el que somos conocidos en los cuatro puntos de Midgard: somos la hermandad de la tierra del oso.

En nuestra pequeña comunidad hay guerreros, artesanos, e incluso algunos hispanos con los que hemos hecho negocios. Fueron ellos quienes nos enseñaron la religión del dios Galileo; y a pesar de que la mayoría de nosotros se ha mantenido fiel a las antiguas tradiciones, algunos de nuestros miembros se convirtieron y ahora profesan esta nueva fe.

Nuestro líder es el conde Kalde, que gobierna con puño de hierro. Hace años viajó en una expedición a Valland (Frankia), a las tierras bajo el dominio del famoso conde llamado Asulf. Gracias a él Kalde aprendió, de manos de gigantes, los secretos de la tormenta de acero, y como agradecimiento juró lealtad al conde. La fidelidad es más fuerte que el fuego. Ahora, año tras año, Asulf convoca a sus ejércitos para viajar al Este, donde cada verano los mejores guerreros acuden a librar grandes batallas en las que buscan fama y honor.

Los guerreros de Bjørnland, junto a otros hispánicos, vascones y catalanes, acuden prestos a combatir en las tierras de Wolin. El dios de la guerra odia al que duda.

¡Honor! ¡Sława!